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Escritores
ZeltiaG
 
 

Hola, una vez más veis mi careto, pero este como prometiera el mes pasado, es la última entrega de este relato. Por un tiempo no os hostigaré más con mis cuentos, aunque siento mucho deciros que no se librarán  de mí. Seguiré haciendo mis artículos pero tras bambalinas. Advertencia: para aquellos que no han leído las primeras partes, os invito a buscar en los números anteriores desde la primera parte en Zona Keidell, http://keidell.hightoxic.com/revista-zk-f54/revista-zk-t930.htm#18437

La primera entrega, en ZK 2.0 de abril. Luego, en las de julio, agosto y en ésta la IV y última parte.

Espero que haya sido de vuestro agrado mi relato, y si no, tenéis la zona de comentarios para bombardearme a críticas. Prometo no vengarme como Clawny... muahaahahjaja.

Un abrazo a todos los que os atrevéis con ZK 2.0 y mi gratitud por seguir “Sola, inmóvil y eso acechando”.


Sola, inmóvil y “eso” acechando... IV

Ya me estaba acostumbrando a lo inexplicable. Estaba dispuesta a soportar y enfrentar lo que fuera con tal de saber qué estaba sucediendo. Pero de ningún modo permitiría que me evaluaran los psiquiatras. 

Antes de irse la enfermera, se agachó y recogió el muñeco del piso. 
—Enfermera, ¿podría dejarme el monigote, por favor?  No tengo mucho en qué ocuparme.

Veré si puedo hacer algo para dejarlo un poco más presentable para cuando venga mi pequeño.

Antes de dármelo, le echó una mirada de desaprobación.  Realmente creo que no era posible tener peor aspecto. Recordé que aún conservaba los cascabeles enrollados en el cable del llamador, los retiré y me puse a revisar la cinta.

Aunque estaba rota era larga, así que le quité el trozo desgarrado que aún conservaba atado y la acomodé para atársela al sucio bodoque. Lo cogí del cuello y mientras le intentaba colocarle el lacito, el muñeco se movía de un lado a otro haciendo sonar los cascabeles. Me detuve a mirarlo, mientras lo sostenía en alto cogido por el cuello.  Me asaltó una horrible sensación.

 
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