La intención era buena pero no el resultado. La película carece de una magia que sólo se presenta al final de la película, donde empieza la verdadera historia de Robin Hood. Russell Crowe interpreta a un Robin sin capucha y algo ya mayorcito por tratarse de los orígenes del arquero.

Crowe no consigue transmitir mucho carisma con el personaje, quizás por culpa del propio guión, y deja frío al espectador, que también podría decantarse por apoyar las acciones del malo maloso de siempre Mark Strong, con un personaje muy simple y que simplemente hace de villano. Cate Blanchett no decepciona con su papel y Max Von Sydow brilla como Sir Walter Loxley.

Como curiosidad, decir que me ha gustado el cambio que han hecho con el personaje de Ricardo Corazón de Leon, que muchas veces nos lo presentaron como el Rey típico medieval, bien educado, bueno, limpio... y quizá se asemejaba más a esta nueva versión de Ridley Scott.

En fin, una película en la que se han invertido muchos dólares pero que, con un guión mejor, podríamos tener un resultado muy diferente. Una segunda parte que, muy probablemente no se llevará a cabo, creo que lograría ser mejor película aunque nos muestren a las típicas peleas de Robin Hood y el Sheriff de Nottinghan.

Los orígenes de los personajes, si no eres Nolan, a veces no funcionan.