¿Sabes…? Te he compuesto otra canción…
Para qué… ¿quién la va a escuchar…?
Afuera cae la lluvia ¿y tú…?, y tú en esta alcoba…
Ya ni siquiera estás…
“Difficile est longum deponere amorem”
Mi querida guitarra
Me perdí entre tus cabellos con mis manos.
Y me dijiste en tu cantar.
Que nunca me dejarías.
Cosa que nunca pude dudar.
Me acompañaste en mis alegrías.
En mis silencios y mis penas.
Y no dejo de alabarte.
Por ser tú, mi gran nena.
Por ti yo he viajado.
Ya de forma algo frecuente.
Por sitios y lugares.
Hasta algunos continentes.
Hoy he querido dedicarte.
Tú mi Eva, sin hoja de parra.
Mi más sentida querencia.
Mi gran querida guitarra.
¿Por qué será tan débil la carne…?
Qué extraño… Sentado en lo más alto de la cima del cielo.
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Con el silencio que aviva el alma como mi único compañero.
Con lo que ahora nada me importa el tiempo.
Con la certeza absoluta de sentirme realmente libre.
De saber que nada pierdo porque nada tengo…
Porque lo que creo tener tan sólo me lo han dado.
Y me lo han dado para saber que por un corto instante lo tendré…
Pero que bien se hace su presencia.
Pero que bien se hace su sentir.
Pero que bien su naturaleza nos hace conocer el ego…
¿Por qué será tan débil la carne…?
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