Algo que contar:
"Cualquier semejanza con la realidad...
 
 
coincidencia

... es mera coincidencia."

Es uno de tantos días…
Me levanto contenta. Ahora sé que todo estará bien,  ya recibí la llamada que estaba esperando. Aún tengo el teléfono conmigo desde que amanecí. Sabía que en cualquier momento lo harían, y al fin  llegó.  Todo está en orden. 

Diana Ríos /
El licenciado Márquez y yo revisamos cada hoja de su expediente y “todo está perfecto”, me notificaron.  Es uno de tantos días… Me levanto contenta. Ahora sé que todo estará bien,  ya recibí la llamada que estaba esperando. Aún tengo el teléfono conmigo desde que amanecí. Sabía que en cualquier momento lo harían, y al fin  llegó.  Todo está en orden.  El licenciado Márquez y yo revisamos cada hoja de su expediente y “todo está perfecto”, me notificaron. Así que, ¿mi respuesta? …¡Lo sabía! Aunque había gente que  podría poner algún papel que me pudiera perjudicar, sin embargo, al saber que irían a constatar todo, los quitaron a tiempo,  al menos ya tenía un antecedente de que todo estaba bien. ¡Eso era exactamente lo que quería saber! El por qué me habían negado mis derechos con un supuesto y absurdo tema que ignoraba.

Me quede con una sonrisa de satisfacción diciendo… “¡Qué tranquilidad!”
Llego a mi casa, me voy a bañar para descansar un poco, de pronto, otra llamada... Una amiga.
—¡Qué bueno escucharte!
—¿Como estas? —me preguntó—.
—¡Muy bien! —Le respondo y le doy a conocer los resultados de la investigación que había pedido—.
Se produjo un silencio en el teléfono y de pronto dice:
—¿No me digas?
Noto gran preocupación por su parte, y no sé por qué. Así que dejo que ella misma me cuente lo sucedido. Esto es lo que me relata
—Ayer fui a una reunión, había tres personas de las cuales ¿¿sus nombres?? ¡Prefiero la amnesia!  Me llevaron a una oficina y  me dijeron, que tu asunto estaba perdido, así que como amiga tuya me aconsejaban que te dijera que desistieras de tus derechos, porque los tenías perdidos. Aparte, cuando miré que cerraban la puerta para que nadie escuchara, se me hizo muy extraño. ¡Me sentía asfixiada! —Me seguía contando ella—. ¿Por qué no te lo dicen ellas a ti?

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