A medida que las descargas aumentan el alumno simula el dolor que sufre, golpea el panel que lo separa del maestro, esgrime argumentos para que no se aplique mas descargas, pide piedad y exige que se termine con el experimento. Al ver sufrir al alumno, los maestros empiezan a negarse a continuar pero se les ordena que continúen siguiendo cuatro pasos previamente establecidos según el grado de resistencia a obedecer:
- Continúe por favor.
- El experimento requiere que continúe.
- Es absolutamente necesario que usted continúe.
- Usted no tiene otra opción, debe continuar.
Si después de esta última orden el maestro se negaba a obedecer se detenía el experimento, de lo contrario se continuaba hasta los 450 voltios. A pesar de las objeciones de los maestros y aunque parezca increíble, el 65 % terminó el experimento al llegar a los 450 voltios. Todos los participantes se negaron a seguir en algún punto y ninguno se negó a aplicar mas descargas antes de llegar a los 300 voltios, límite en el que el alumno simulaba dejar de dar señales de vida. Ningún maestro acudió a revisar el estado en que se encontraba el alumno.
En distintas partes del mundo se realizaron con posterioridad variaciones de este experimento arrojando todos más o menos el mismo resultado obtenido por el equipo de Milgram. Hoy en día muchos científicos consideran inmoral este experimento y en su momento planteó muchas dudas acerca de la ética de la experimentación científica debido a la gran tensión emocional sufrida por los participantes.
Milgram teorizó que el participante se ve a sí mismo como el instrumento que lleva a cabo los deseos de otra persona por lo que no se considera responsable de sus actos. Cualquiera de nosotros afirmaría sin lugar a dudas que de ninguna manera consentiríamos en ocasionar dolor a otra persona tan sólo por participar en un simple experimento científico.
Sin embargo los participantes de todos estos experimentos eran personas comunes que también pensaban de esta manera y todos se sintieron aliviados al saber que todo era simulado y no habían lastimado a nadie.
Lo cierto es que un 65 % es un porcentaje muy alto, por lo tanto, queda demostrado que la pregunta del título de este artículo no es para responder a la ligera.
No sabemos realmente todo lo que somos capaces de hacer, tanto para bien como para mal, por eso también podemos convertirnos en héroes en el momento menos pensado si la situación así lo requiere.