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Ciencia y tecnología
por ZeltiaG
Síndrome de Hutchinson-Gilfor
 
 

Una cosa que deseo destacar. Estos niños, que eso es lo que son, aún se encuentran con ignorantes que les tildan de “rarezas” o monstruos, como suele catalogarse  a todo el que por diversas circunstancias es diferente.  Pero como seres humanos, poseen el mismo derecho que cualquier otro niño a acceder a la educación pública y no,  ocultos de la sociedad. A aprender, a vivir y ser felices, dentro de lo que la vida les permite. No me parece ético, civilizado ni de esta época... siglo XXI, a que se les siga tratando como “fenómenos de circo”.

Para hablar sobre esta nota, leí muchos artículos, y sobre todo “viví” varios momentos con ellos escuchándolos con qué soltura responden a las preguntas que les hacen. ¡Caramba! Aunque parecen ancianitos en miniatura, son criaturas que han tenido el infortunio de que la vida se les pasa en un suspiro. Sin embargo, en líneas generales, no poseen discapacidad psíquica, lo que les hace inteligentes y maduros para su cortísima edad,  exponiéndolos a ser muy conscientes de todo lo que pasa a su alrededor.  Debo decir, que  se me encogió el corazón de ver la gran entereza que tienen ellos y sus familias para afrontar semejante enfermedad, de la que saben, sin lugar a dudas, que  no hay retorno ni escape a su trágico desenlace, a muy corto plazo. 

Eso no les priva del deseo a ser amados, respetados y por sobre todas las cosas como cualquier niño: a  jugar, a  interactuar con sus pares y a sonreír.  En uno de tantos vídeos que escuché, una madre contaba el caso de su niña, que fue al jardín de infantes, y que cuando le llegó el turno de ir a la escuela, la mofa de los otros niños y el maltrato psicológico la llevaron a expresar su deseo de  regresar al jardín de infantes, con los más pequeños, pues allí se sentía más protegida. ¡SIN PALABRAS!

La educación y urbanidad, empieza desde pequeños y en casa. Los intolerantes, intransigentes y maltratadores... también.

 
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