—No.
—¿No?
—No.
Y se alejó de allí caminando despacio, y mientras caminaba no iba dejando huellas sobre la arena, y todas las gaviotas revoloteaban a su alrededor.
—Jo, este tío siempre hace lo mismo —dije.
—¿Qué quieres decir? —Me preguntó el novio de la chica.
—Pues que siempre nos deja con la duda.
—Ya…, y encima se ha llevado mi mechero.
Y eso fue lo que pasó, no espero que me creáis. Nunca nadie te cree cuando dices que has visto a Dios. Ni siquiera los curas, pese a que ellos deberían ser los primeros interesados en que éste existiera. La mayoría de la gente suele pensar que estás como una cabra, o que te has fumado algo.
Pero yo ya hace seis años que no fumo.
Y Dios más de dos mil que no se deja ver.
Bueno, hasta el otro día, claro.
FIN
José Antonio Hidalgo Galván
CÁDIZ, FEBRERO DE 2010.