“pero mi madre me yama por telefono algunas veces y siempre le digo que quiero ir con ella y no con mi avuela pero dize que no tiene dinero y por eso sienpre estoi cabreada”. Con el cuerpo todavía dentro de la clase, el ángel bajó los párpados aleteando despacio pero muy, muy fuerte y empezó a entonar con una voz dulcísima una canción muy triste y muy antigua, que tenía la misma letra con la que terminaba la redacción: “la vida es una mierda”.
Cuando volvió a abrir los ojos, el ángel miró con tranquilidad a la bruja de Blancanieves, que leía su redacción al borde de las lágrimas porque el papel arrugado se había convertido en el espejito mágico, y le decía con voz muy seria: MI AMA, YA NO ERES LA MÁS HERMOSA DEL REINO.
El ángel batió casi imperceptiblemente las alas, y el jefe de estudios y el director echaron a correr muy asustados, pero no avanzaron mucho porque se habían convertido en dos cucarachitas huyendo entre montañas y montañas de papeles... Otra batida de alas, y los políticos del PP que estaban preconizando en el parlamento nuevas medidas para devolver la disciplina a las clases (entre ellas la muy, muy importante de que hubiera una tarima en cada aula y los niños se pusiesen de pie al entrar al profesor), se agacharon al unísono y muy educados recogieron las entrañas del político superior al que se le habían caído, pero ninguno podía cerrar la puertecita de hojalata de la barriga y las entrañas volvían a desparramarse y mezclarse por el suelo. Mientras, los señores del PSOE jugaban a los chinos en corrillos para decidir cuántos años de enseñanza obligatoria decretarían en la próxima reforma, y les caían al reírse todos los dientes y las lenguas y las máscaras de payaso: por dentro estaban todos huecos y la sensación de vacío daba mucho miedo, más que risa, y mucho asco, más que toda aquella podredumbre fétida que se deshacía en el suelo.
Otro batir de ángel y un estribillo, la vida es una mierdaaaaaa, y todos los pedagogos se rascaron a la vez la cola de carne viva que les salía del culo, y conjuraban exorcismos en jergas extrañas: motivación, aprendizaje cooperativo y significativo, evaluación procesual, blabla bla, uuuuuuh, pero el picor no se iba y de rascarse tanto se hacían muchas llagas purulentas.
En los ayuntamientos y en las empresas y en las tiendas los encargados que exigían el título de graduado de educación secundaria para trabajar, y los dueños de las casas de putas y los camellos que no lo exigían también reptaban y saltaba hechos monstruos informes y regurgitaban contratos y basura. Y el ángel de dentro de la clase olía a besos de madre y comidas preferidas y preciosos libros ilustrados que nunca le habían comprado, pero el resto del mundo olía mucho a mierda, mucho.
La madrastra de Blancanieves pensó en publicar esta historia en qqml, aunque sabía que para ser un cuento era bastante largo, que no podría decir que alguien hubiera comido perdices allí y mucho menos terminar: colorín colorado el cuento se ha acabado.
Además, el timbre había sonado por fin y el Ángel Abandonado Por Todos estaba echando a andar despacito hacia el pasillo, dispuesto a presentar batalla.
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