Escritores
Celi
 
 

celiNuestro amigo madrileño CECILIO MUÑOZ ABELA, “Celi”, nombre con el que firma sus obras literarias en qqml. Desde hace diez años reside en Vigo, en la provincia de Pontevedra (Galicia). Ya lo conocemos porque en el número de abril de la Revista ZK 2.0, salió exhibiendo sus pinturas. Ahora nos visita nuevamente pero esta vez como escritor. Celi cuenta con obras publicadas en su haber como El viento del desierto, Los sueños de Juana de Arco y Diario de un náufrago, entre otros. Para quienes quieran hacerse de un ejemplar de alguno de sus libros, pueden consultar en Bubok o Artgerust Ediciones.

El mes pasado dábamos a conocer al artista de carácter inquieto, con una creatividad libre, sin ataduras. Ahora vemos al escritor, que no difiere mucho del pintor. Su vida transcurre entre su atelier y su ordenador, plasmando su arte en forma de prosa o poesía. Cuando no, caminando por las playas de Vigo, donde busca el material con el que luego trabajará en el atelier. Según nos ha contado que además de escribir muchísimo... cuadernos y más cuadernos, también es un lector empedernido. Entre sus favoritos Valente, Gamoneda, Pessoa, Celan, Edmond Jabes, Vladimir Holan, René Char, Mark Strand, por citar sólo gente cercana en el tiempo. Últimamente se ha decantado por Ada Salas, una poeta joven que ha sido todo un descubrimiento. En el campo de la narrativa también tiene sus preferencias: Vila Matas, Saramago, Auster, Carver, Cortazar, como para citar algunos.

Aunque nuestro buen amigo es muy reservado a la hora de hablar de sí mismo, una de las formas para conocer a la persona que hay detrás del artista es buscándole en su trabajo. En esta oportunidad hemos seleccionado un par de relatos cortos de su autoría. Quedan todos invitados a conocer a Celi.


EL RING

Su cabeza estaba sobre mi hombro, veía su ceja rota, la sangre aguándose junto al sudor, sabía que no debía mirarle en ese momento a los ojos, que debía haberle dado un nuevo golpe y hubiera sido mío, pero le miré y sus ojos turbios miraron a los míos. Oía los gritos, las pitadas y escuché claramente la voz de mi entrenador gritando: ¿Qué esperas, cabrón?, ¡túmbalo ya!, entonces sonó la campana, casi tenía la impresión de haberla tocado yo mismo, volví a mi rincón, después de desembarazarme de aquel cuerpo que estaba aún más machacado que el mío, que en realidad no se tenía en píe, sentado en la esquina el entrenador me masajeaba la nuca con excesiva fuerza al tiempo que me preguntaba, ¿qué te pasa muchacho?, ¡ya lo tienes! ¿Qué coño te pasa?

 
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