anterior
siguiente
Algo que contar
por Fobio
Subte
 
 

No me fue difícil deducir que aún iba a necesitar bastante más tiempo para mi total adaptación. Aparte de mi vista, mi olfato tendría la ingrata tarea de acostumbrarse a la realidad de estas nuevas condiciones de higiene.

Sin embargo, a todos retribuí con sincero agradecimiento sus gestos de buena voluntad.

***

El recuerdo de todo aquello dejó una involuntaria sonrisa sobre mis labios pálidos y resecos, ocultos tras la tupida mata de mi barba enmarañada. Tuve que hacer un esfuerzo para vencer mi ocio y levantarme del improvisado colchón de cartones y trapos, pero debía hacerlo. Ciertas cosas, como esta cama y mi plato de hojalata sucio y abollado, que antes jamás habría siquiera imaginado, o sobre las que hubiese manifestado un gran disgusto y repugnancia,  eran ahora artículos indispensables en mi vida.

Calculé que ya era tiempo de relevar a Julio. Me dirigí hacia su lugar, sin titubeos, por los laberínticos pasadizos subterráneos que desde hacía mucho tiempo conocía de memoria. Toqué el brazo de mi compañero por detrás, y como estaba estipulado, casi al unísono, él se retrajo hacia las tinieblas mientras yo emergía de ellas para cubrir su puesto.

La numerosa tanda de pasajeros que por azar se acercaba en ese momento, quedó impresionada por mi espantosa apariencia harapienta y de extrema delgadez.

El horrendo velo blancuzco sobre mis ojos bien abiertos causó su efecto. Nunca fallaba. El tintineo de las primeras monedas  resonó amplificado en el viejo jarro de metal que ahora empezaba a llenarse promisoriamente...

 

 

Jun. 28, 2010

 
  menu 60