Luego al pasar por delante de tu casa, vi abierta tu ventana y me metí en esta acogedora caja a pasar la noche, mientras se recuperaba mi alita.»
—Bueno hasta aquí la historia —la oí decir—, veremos ahora en la parte que nos toca, si podemos ayudar a este discutidor criscris, ¿te parece?
Me preguntó mirándome con cara de niña buena.
—Me parece —Le contesté, siguiéndole el juego.
Y vi, como partía una aspirina y trituraba un trocito, cogió un poquito con un dedo y dijo:
—Toma un poco, ya verás cómo te vendrá bien. Me quedé pasmada, con sonrisa infantil. Como cuando veía que habían venido los reyes la mañana del 6 de enero. Porque un pequeño insecto verde, de alas traslucidas y finísimas con una pequeña antena, pero ojos grandes y pizpiretos salía de la caja y se subía a su dedo, picaba un poquito. Después se fue a su oído, emitió un zumbido y salió volando por la ventana.
No pude evitarlo y le pregunté perpleja:
—¿Qué te ha dicho?
—Pues... me ha dicho: señorita, que da por buena la peripecia, si ha ayudado a que tú tengas de nuevo fe en la magia de los cuentos.
Y dicho esto, la vi escribir en el teclado: “Y colorín colorado, este cuento se ha acabado”.
La veo tomar un trago de café, me mira y me dice:
—Es que el amor, es mágico en todas partes.
Y yo me digo a mi misma: como me gusta soñar, despertar a tu lado y desayunar imaginación con café.
Para Teresa, con todo mi cariño.
Enlaces para leer más obras de Marta Pantiga
http://talisin65.spaces.live.com/
http://www.quieroquemeleas.com/usuarios/talisin