
*Plano de Santiago de Compostela (1595)
Esta nueva muralla tenía una longitud de 2 Km y cubría unas 30 ha. Diseñada en forma de riñón, con muros tanto internos como externos reforzados por 49 torres cuadrangulares, sin contar las que franqueaban cada una de las puertas de acceso a la ciudad, que originalmente fueron siete. También se sabe que tenía almenas, pero se desconoce su aspecto.
El muro interior tenía 5 m hasta el adarve o camino de ronda, lo que da a suponer que el exterior era aún más alto. El espesor del muro era de 2,5 m repartidos en 0.9 m era el ancho del adarve, y 0.80 m para cada cara de la muralla. Se accedía allí por medio de escaleras distribuidas en distintos puntos, todo pavimentado con esquisto de excelente calidad. Las puertas o arcos originales de acceso eran: Porta do Camiño o Francígena (Era la principal, coincidía con la entrada de los peregrinos del camino francés). Porta da Pena, Porta de Sofrades, Porta del Santo peregrino, Porta Faxeira, Porta de Mámoa o Sussanis, Porta de Mazarelos. En el S. XIII se abrió la Porta Nova da Vila y durante los siglos XIV y XV otros accesos y postigos para tránsito peatonal.
La muralla pasó por distintas facetas de desplomes y reparaciones. Soportó asedios e invasiones, pero no solo fue útil en contrarrestar ataques, también para aislarse en caso de epidemias como las de peste negra en Europa del siglo XIV que diezmó un tercio de la población.
Suceso que se repitió con más dramatismo en Galicia en el s. XVIII. Para entonces la muralla estaba prácticamente en ruinas, lo que era impensable que sirviera de protección y mantenerla no tenía sentido ya que los intentos de ataques, desde hacía tiempo habían cesado.