Durante siglos había sido algo más que defensa, era su identidad y la que al final marcó su fisonomía a Santiago. La ciudad se iba construyendo en forma radial a partir de su trazado hacia afuera, por eso si se fijan en algún mapa callejero actual, aunque ya no está, su forma ha prevalecido a través del tiempo como invitando a quién lo desee, rodearla e imaginársela en su época de esplendor.

*Fotografía de la actual “Porta do Camiño”, con el trazado de la original entrada en la muralla. Esta sección se demolió entre 1800 y 1835.
Cuando ya creían que no quedaba ni un solo paño de gran tamaño de la muralla, solo una de las famosas puertas de acceso a la ciudad, como ésta de la foto “A Porta de Mazarelos”, superviviente de las siete que tenía la muralla.
Se empieza a caer en la cuenta del tesoro arqueológico que se había perdido. Hace unos cien años, cuando la iglesia con el fin de obtener recursos económicos, decide vender parte de las fincas aledañas a la zona amurallada. Los vecinos que adquirían dichas parcelas conforme iban edificando sus casas derribaban el trozo de muralla que le tocaba en suerte. Así culminó la que otrora fuera la identidad de Compostela. Se cuenta que desde grandes distancias el peregrino podía divisar la gran muralla que circunvalaba la ciudad. Desde hace algunos años, comenzó a promoverse el concepto conservacionista de monumentos y construcciones arcaicas que sumado al hecho de que Compostela fuera declarada Ciudad Patrimonio, por sus tan remoto origen y tesoros arquitectónicos invaluables, se empieza a plantear la búsqueda del trazado original de ese tesoro perdido: la gran muralla que se erigiera allá en el Siglo XI.