Es importante tener presente que estamos considerando una sustancia real que tiene detrás un estudio científico enorme. No es algo esotérico, paranormal, inmaterial, misterioso como sí lo son otras supuestas sustancias (?) para las que se utiliza el étimo “plasma”, y sin ninguna relación con lo que vamos a desarrollar a continuación.
Hablaremos desde la perspectiva científica, pero escapando de expresiones o formulismos complejos que resultan innecesarios para un primer acercamiento.
DEFINICIONES
Empecemos por el principio. Para ello vamos al Diccionario de la Lengua Española [1] y encontramos las siguientes acepciones:
plasma. (Del lat. plasma, y este del gr.
, formación).
1. m. Biol. Parte líquida de la sangre o de la linfa, que contiene en suspensión sus células componentes.
2. m. Biol. Sangre o linfa desprovistas de sus células.
3. m. Fís. Materia gaseosa fuertemente ionizada, con igual número de cargas libres positivas y negativas. Es el estado de la materia más abundante en el universo.
Evidentemente es la acepción 3 la que nos interesa aquí, y ya resulta impactante que se trata de “la materia más abundante del universo”. Así que, como siempre, cultura sin ciencia no es cultura.
Erupciones de plasma en la superficie del Sol. |
Pero merece la pena profundizar algo más en su etimología [2]. Todos las acepciones de plasma tienen su origen en
, que fonéticamene es idéntico a plasma. Se trata de un cultismo de reciente incorporación necesario para referirse de forma específica a ciertas materias moldeables distintas de las conocidas o habituales. Para los griegos, plasma era todo aquello que se podía moldear, especialmente la arcilla y la cera, e incluso la masa de harina. Luego extendieron el significado al ánimo, al discurso y a otras cosas igualmente inmateriales.
Un plasma en Física es una materia diferente de aquello que nos es más conocido y, como enseguida veremos, moldeable. Por tanto, la propia etimología de la palabra ya nos permite el primer acercamiento al concepto.