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Escritores
Isabel Furini
 
 

Isabel nació en Buenos Aires en 1949, pero en el ’84  se despidió de Argentina, en busca de nuevos horizontes. Durante un tiempo residió en  São Paulo. Luego pasó unos meses en Perú y de allí se marchó hacia Colombia, donde permaneció durante cinco años. Al final de tanto peregrinar, se radicó en Curitiba, al sur de Brasil, donde vive actualmente.

Isabel reconoce que tiene grandes pasiones, escribir es una de ellas.  Ya de pequeña se decantó por la lírica, con los años incursionó en la prosa, con el impresionante resultado de contar con 20 libros publicados. Ha recorrido camino suficiente para estar a la altura de guiar a otros a lograr sus propias metas. Orienta a personas que ambicionan escribir y llegar  a ver publicados sus libros por medio de talleres literarios.

Como habrán adivinado ya la otra pasión, es viajar. En su paso por el Perú, conoció los chamanes del lugar. De esa experiencia, nació su  libro: “Los brujos de Machu Pichu”, aunque el título sugiera algo tétrico, en su obra trata acerca de los “curanderos” del lugar, los que sanan a partir de hierbas y oraciones.

Nos ha contado sobre su temperamento disperso, quizás ese espíritu inquieto que la impulsa a recorrer mundo, también la estimula a no conformarse con una cosa por vez. Por eso nunca lee un libro sino dos o más al mismo tiempo. Lo más interesante, es que hace lo propio al escribir... puede estar escribiendo un ensayo literario, al tiempo que compone un poemario.  Probablemente ese carácter movedizo le exige estar poco en un sitio... o aplicada en una sola actividad. Nos habló sobre su  libro “Mensagens das flores”, editado en São Paulo, Brasil, por la Editora Gente, en el año 2000. Se trata de un pequeño libro, un compendio de consejos para la vida diaria. Lo realizó con la orientación de un maestro espiritual y ha llegado a ser de ayuda para mucha gente, lo que le ha significado un gran trabajo y pleno en satisfacciones.

Nos habló de una experiencia: una alumna se lo regaló a la suegra de 84 años. Se encontraba con depresión y hacía meses que no salía del cuarto. Antes de terminar de leerlo, no sólo había abandonado el encierro, sino que comenzó a cuidar de su jardín. Otra señora le envió  su agradecimiento por la ayuda que había sido el libro a su hija, que también estaba con episodios depresivos por causas personales. Al acabarlo mediante un esfuerzo por superarse, salió del ostracismo y volvió a su trabajo, retomando el cauce de su vida.

 
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