La diferencia con el parapente, es que éste no supera los 60 Km/h, mientras que con el traje aéreo, una vez realizado el salto, en caída libre, pueden llegar a los 200 Km/h. Eso se logra mediante estirar hacia atrás los brazos, de modo que ofrezcan menos resistencia las alas y dirigiéndose con las piernas como timón en picado.
En cuanto al diseño del traje, se basa en la forma que adopta una ardilla voladora en vuelo, valga la redundancia. Muchos pensarán que estamos ante algo poco serio.
Sin embargo, hasta el momento es la forma de vuelo más libre que ha alcanzado el hombre, en la que puede sentirse parte del aire, sin motores, sin elementos que limiten la interacción con el aire.
Solo su cuerpo envuelto en ese traje, con un diseño peculiar, que en las tres alas ( las de los brazos y la grande que une las piernas), poseen una serie de canalizaciones que ayudan a mantenerse por más tiempo en el aire, ya que triplica el avance en horizontal, con respecto a la caída.
En síntesis, favorece el poder “planear de manera veloz durante mucho más recorrido”, casi hasta tocar tierra. Y digo casi, pues una vez más debemos saber algo de física. Hay un tiempo límite para accionar el paracaídas, que frenará la velocidad que se lleva, dulcificando el aterrizaje. Para poder percibir la rapidez que es capaz de alcanzar un experto en salto base, les invito a ver este vídeo, de los Vampiros de las curvas del Trollstigen, en Noruega, definitivamente no es para impresionables.
*Imagen superior pertenece al Trollstigen,(La escalera del Troll, en español) Carretera de montaña en los fiordos noruegos, un lugar estupendo, que muchos vampiros del aire eligen para su descenso. Posee la escalofriante cifra de 11 curvas de 180º! Su ladera, una caída empinada de 320 metros.