nuestra gente y querencias en lo verde del alma. Allí no se marchitan, no se borran, ni están lejos. No hay distancia ni tiempo, los hemos trascendido. Solamente la tierna promesa de la prmavera.   VEN, VAMOS A JUGAR Ven, vamos a jugar, como jugábamos hace ya casi veintiocho años. Cuando el tiempo parecía haberse detenido. Cuando la Tierra parecía de repente fuera de su órbita. Ven, vamos a jugar... A mirarnos con aquellos ojos jóvenes, puros e ilusionados. Ojos de luna y sol asombrados ante nuestro amor imprevisto, arrollador y perfecto, que nos tomó totalmente por sorpresa. Ven, vamos a jugar... A crecer juntos en el desierto, que una vez fue mar. Ven compañero de juegos, juguemos como niños, sin preocupaciones ni reglas. Creemos e inventemos. Ven, vamos a jugar... Que no sé dónde tú acabas y dónde yo comienzo.

MUJER PERFECTA Mujer perfecta, sus ojos son límpidos y ven todo por un telescopio y un caleidoscopio. Sus brazos fuertes,  para ayudar con la carga; acogedores para arrullar a un niño; apasionados al acariciar a su hombre. Mujer perfecta, de piernas poderosas. De dimensiones cuyo único requisito es alcanzar el suelo y caminar hacia el horizonte con ánimo y brío, a la par del “bienamado”. Mujer perfecta, con una voz que puede ser murmullo de paloma, trueno de rayo, susurro y grandilocuencia privados; consejo corto, canción paliativa y eterna. Mujer perfecta, de risa inagotable y de misterios. Sabe que es perfecta, pero no te lo dice. Deja que tú libremente lo adivines.   LAS PALABRAS Las palabras que pretendo atrapar me parecen a veces, ovejas tontas. Se quedan inmóviles, balando, con aquel aire estúpido; viendo con ojos asustados el renglón abierto. Otras veces, son murciélagos fugaces; cazadores crepusculares que, sin piedad con su cruzada propia de supervivencia, me dejan sola frente a la página inerte. Otras más, son una camada completa de ciegos e indefensos cachorros, reacios a abandonar la guarida protectora. Las más, una estampida de potros salvajes,