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Ciencia y tecnología
por Ramón Cid
¿Es necesario renunciar a la construcción del ITER?
 
 

Por eso, a mediados de los años 1980 las superpotencias comenzaron a pensar en un esfuerzo multinacional para conseguir en un plazo “razonable” una fuente fiable y potente de energía eléctrica: la energía de fusión nuclear.

Así nace el programa ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor) [3]. 

No obstante, hoy en día grupos ecologistas y otras voces muy reputadas ponen en duda su viabilidad y encuentran los esfuerzos económicos, científicos y tecnológicos que se están empleando fuera de lo razonable.

LA FUSIÓN NUCLEAR

Como acabamos de comentar, varios países avanzados comenzaron hace unos cincuenta años diversos proyectos dirigidos a dominar científica y tecnológicamente la energía de fusión nuclear.

Controlar la fusión para producir electricidad es un sueño antiguo. Pero contrariamente a la fisión que presenta una tecnología bien conocida (hay más de 400 reactores de fisión en el mundo), la fusión presenta problemas que desde hace más de 50 años no se han podido resolver. Mejor dicho, no se han podido resolver con fines pacíficos, pues las llamadas “bombas H” son el resultado de la fusión nuclear.

Se trata del caso opuesto al de fisión, es decir núcleos de pequeño tamaño se unen (fusión) para dar lugar a núcleos mayores, desprendiéndose energía en este proceso. Llevar esta energía liberada hasta una turbina y crear electricidad en un alternador es un proceso semejante al que ocurre en las centrales de fisión nuclear o en las de carbón. El problema es producir las condiciones para que se genere la fusión de núcleos. Los núcleos, formados por protones y neutrones, presentan carga positiva y por tanto se repelen entre sí. Si queremos que se acerquen lo suficiente para fusionar es necesario que su velocidad sea altísima, lo que traducido en temperatura significa hablar de decenas de millones de grados. Obviamente, estamos hablando de estado de plasma. Hay en la naturaleza lugares donde esto es posible: el centro de las estrellas. En esos lugares núcleos de hidrógeno fusionan para dar núcleos mayores de helio. La energía liberada acaba por llegar a la superficie de la estrella y finalmente en forma de luz viaja a todas partes.

Por tanto, la luz que nos ilumina desde el Sol tiene su origen en los procesos de fusión que ocurren en el centro de nuestra estrella. Pero aún hay más, ya que cuando la estrella va consumiendo su hidrógeno otros procesos de fusíón se van generando y nuevos núcleos de mayor tamaño se van creando.

 
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