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Ciencia y tecnología
por Ramón Cid
¿Es necesario renunciar a la construcción del ITER?
 
 

Si todo va bien, un prototipo comercial podría ver la luz hacia 2060, y los reactores ya plenamente operativos estarían en funcionamiento comercial no antes de 2070. Muchos de los que vivimos actualmente no lo veremos. “Iter” significa en latín camino. Se trata pues de un muy largo camino.

Hablemos ahora de costes. Inicialmente, la construcción del ITER debía tener un coste de unos 6000 millones de euros, de los cuales el 45% pagados por la UE y un 9% cada uno de los otros países participantes (China, Corea del Sur, Estados Unidos, India, Japón y Rusia). Y esto sin contar con unos 5000 millones para la fase de explotación. Un nuevo examen del proyecto supuso un aumento de unos 1000 millones más para la fase de construcción. Es difícil saber con unos plazos tan largos que nuevos aportes serán necesarios. Uno de los factores que más influyen en este tema es la mejora tecnológica en todos los sentidos que paralelamente se va produciendo en los campos que son sensibles a este proyecto. La introducción de estas mejoras en el programa eleva inevitablemente los costes. En total se estima que el desembolso superará los 15000 millones de euros.

VOCES EN CONTRA

Teniendo en cuenta lo que se acaba de indicar, tanto en términos de costes como en el de plazos, es lógico que desde hace tiempo muchas voces han mostrado su oposición a este programa. Los ecologistas franceses han relanzado su “Stop ITER” en su congreso de verano celebrado del 20 al 22 de agosto pasado en Nantes [6]. Esta oposición no es nueva pero recientemente se han encontrado con un aliado de peso: el premio Nobel de Física de 1992 Georges Charpak. En un artículo publicado en el periódico francés Libération firmado con otros físicos -Jacques Treiner et Sébastien Balibar- llama a renunciar al  proyecto de reactor experimental de ITER. Una instalación según ellos «fuera de precio e inutilizable» [7].

Charpak no es el primer científico de renombre en alzar su voz en contra del ITER. Antes que él, Pierre-Gilles de Gennes, Nobel de Física en 1991 (muerto en 2007), y Masatochi Koshiba, también Nobel en 2002, mostraron su dudas sobre la racionalidad de estos proyectos faraónicos. Para algunos, ITER recuerda a la Estación Espacial Internacional (ISS). Su coste alcanzará los 100000 millones de dólares y muchos otros proyectos de astrofísica sufrieron recortes debido a su construcción.

En la práctica, estos críticos creen que hubiera sido mejor poner robots en órbita que son más estables y menos caros, y no seres humanos que suponen un encarecimiento y limitación evidente para el proyecto. Por otra parte, el problema de la energía es urgente y no se puede esperar tan largo plazo.

 
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