Al término de “su lectura”, envolvió el libro en el mismo papel de diario y lo guardó de nuevo en su camisa, casi con lágrimas en los ojos.
Así entendí que aquel libro que Don Eusebio guardaba, era casi como un amuleto que contenía el mensaje justo que su corazón necesitaba.
He ahí la cultura del libro.
Algunas costumbres, si se pierden...
En muchos lados hay ciertas costumbres que parecen no cambiar con el tiempo, al menos aquí; la feria de los jueves y los domingos, con vecinas sin licencia de conducir carros (deberían sinceramente pensar en implementar algo en cuanto a eso), los asados de los domingos o la pasta casera, las llamadas telefónicas de tías que ni nos acordamos , el día del cumpleaños, la costumbre de poner en el refrigerador pegados los papelitos que recuerdan fechas, horarios de medicamentos, los barrenderos… con su inconstante paso por las calles, etc. Costumbres tan nuestras como el choripán de un carrito al paso o las tortas fritas un día de lluvia.
Pero hay dos fijas, que ciertamente me molestan y creo que a todos los hombres les fastidia: las salas de espera en el consultorio médico y la espera a la salida en las escuelas.
La sala de espera, es un concurso de veteranas a ver quién está peor, uno se asombra escuchándolas, son verdaderos milagros caminando. Han tenido cálculos, reuma, infartos, se curaron de ulceras, cánceres, etc. Si una tuvo hepatitis, la otra la tuvo peor; si otra cuenta que consulta por un dolor en la rodilla, hay tres experimentadas seudo-doctoras que le diagnostican, le dan remedios y uno se pregunta..., ¿para qué carajo van?
¿Y la forma que buscan conversación? Clásico: ¿Qué número tienen? Ah, yo estoy después… ¿Qué número va? ¿Vio que puntual este doctor?, y ahí ¡Zas!, si le respondes vas frito: viene toda la historia clínica de la señora.
La otra fija, como decía, es la salida de la escuela. Otro encuentro diario de madres, abuelas, tías y hasta alguna vecina muy solidaria, que se ofreció a llevar al nene. Si los chicos salen a las doce y media del mediodía, ellas a las doce menos cuarto ya están allí: “Aproveché que salía a hacer un mandado, y ya me quedo”.
Y ahí bueno, las últimas novedades del barrio, si se murió fulana, si al hijo de mengana lo llevaron preso... Que si la vecina le debe plata al almacenero y por eso ni pasa por la puerta.