No pudo decir más, pues se quedó muda cuando uno de aquellos individuos saltó. En milésimas de segundos su cuerpo golpeó fuertemente contra la pared y su acompañante la cubrió completamente para protegerla del agresor, después abrió una puerta que había a su lado y la hizo pasar dentro, donde respiró unos segundos antes de verse arrastrada de nuevo al interior de un ascensor abierto que había en ese nuevo pasillo.
— ¿Qué es lo que está pasando? —Preguntó asustada.
Pero él no le hacía caso, le dio la espalda para presionar uno de los botones del artefacto lo que hizo que este empezara su descenso.
—Vampiros —Contestó finalmente.
De no ser por lo acelerado de su pulso en ese momento se habría reído de su cara y lo habría mandado a paseo, pero no se le ocurrió nada.
De repente, una fuerte sacudida del ascensor estuvo a punto de tirarla al suelo pero él la sostuvo y la atrajo para que no cayera.
—Están sobre nosotros —Miró hacia el techo sin soltarla para después acercarse a su oído y susurrarle—. Si haces lo que te digo no podrán hacerte nada.
Asintió sintiéndose completamente indefensa.
—Cuando lleguemos al sótano y se abran las puestas van a estar esperándonos, debes correr todo lo que puedas y dejar que yo te guíe.
No le dio tiempo a darle una respuesta porque el ascensor ya había llegado a su destino, se escuchó un leve pitido que indicó que iban a abrirse las puertas y como si del disparo de salida de una carrera se tratara, salieron a toda velocidad. Le había dicho que corriera todo lo que pudiera, pero dejó de poner empeño en ello al darse cuenta de que prácticamente la llevaba en volandas pegada a su cuerpo.
No le dio tiempo a distinguir nada en su carrera pero los sentía a su alrededor, no sabía cuántos eran ni le importó. Realmente dado que con que uno solo de ellos los alcanzase, ya habría terminado todo.
La huida a pie duró apenas nada, pues no supo cómo pero terminó sentada a dentro de un coche con aquel enmascarado a su lado conduciendo a toda velocidad. Las luces de vehículo alumbraban los hormigonados y grises pilares que rápidamente quedaban atrás a su paso. Se habría maravillado del increíble dominio del volante de aquel tipo, de no ser porque estaba pendiente de las sombras que acompañaban al coche intentando alcanzarlo. Casi respiró aliviada cuando vio la salida, pero cortó su suspiro lanzando un grito ahogado, cuando una de esas sombras se puso ante ellos instantes antes de sentir un golpe contra el capó del coche.
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