El más conocido de ellos es el caso de Víctor de Aveyron, que fue encontrado en el bosque en el año 1800, a los 12 años de edad. Víctor fue abandonado en el bosque cuando era muy pequeño tras intentar asesinarlo. El pequeño se crió como un animal más hasta que fue capturado.

De todos los casos que se conocen de niños salvajes, se puede decir que Víctor destaca por los grandes resultados alcanzados con él: llegó a sentir afecto por sus cuidadores, aprendió a comunicarse de manera gestual, a resolver ejercicios de memoria y relación… pero al igual que en el caso de las niñas lobo, nunca adquirió un verdadero dominio del lenguaje.

El motivo que me ha llevado a escribir sobre este tema es la eterna controversia entre herencia y medio; ¿son innatos o adquiridos las cualidades y los comportamientos que definen a los seres humanos? ¿Son de carácter biológico o ambiental?

Podemos formular muchas respuestas diferentes para estas cuestiones, pero lo cierto es que todas serían válidas porque a día de hoy no es demostrable que la herencia biológica ejerce más influencia que el medio, y viceversa.

Con respecto a este tema sólo podemos ceñirnos a opinar, y mi opinión es que no existe la influencia del medio sin la influencia hereditaria, y viceversa. Como ya mencioné antes, un niño puede adquirir la capacidad del habla en su período crítico, que es hasta los 12 años; pues bien, si un niño ha vivido en aislamiento 20 años, por ejemplo, de nada serviría que intentáramos enseñarle a hablar, porque la parte biológica no habrá ejercido su influencia.

Pero por otra parte, de nada serviría, por ejemplo, que a un niño se le enseñaran normas de conducta y después se le abandonara en el bosque, ya que durante su estancia en el bosque iba a adoptar las normas de conducta propias de un salvaje, que son las que le permitirían vivir y sobrevivir en ese ambiente.

Es evidente, por lo tanto, que no se puede concebir la influencia del medio sin la de la herencia, así como la influencia de la herencia sin la del medio.