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En esta ocasión la erupción del Eyjafjöll no ha afectado sólo a Islandia. Los fuertes vientos provenientes del norte, arrastraron la gran nube tóxica hacia el Reino Unido e Irlanda, continuando en dirección hacia los Pirineos, cruzando el Mar del Norte.
Varios países de Europa, han tenido que cancelar sus vuelos hasta nuevo aviso.
Esto ha significado un tremendo caos económico en las aerolíneas. Se calcula que unos 63.000 vuelos que atraviesan espacio aéreo europeo han sido cancelados desde el jueves.
La Agencia de Aviación Eurocontrol, ha declarado que se irán normalizando los vuelos en la medida que se asiente o disipe la ceniza, de modo que no involucre riesgo de accidente. Los pequeñísimos cristales que conforma la ceniza volcánica son altamente dañinos para el funcionamiento de las turbinas, provocando que se detengan los motores.
Un cambio de vientos sobre territorio europeo, limpiaría la atmósfera dando luz verde para normalizar el tráfico aéreo. Mientras eso no ocurre, habrá que esperar a ver qué nos dicen los expertos sobre el comportamiento de este islandés que ha despertado con muy mal genio.
Confiemos que el viento soplará a nuestro favor, alterando el rumo de la dañina ceniza, quizás haciendo que se diluya en el mar... o bien, saquemos las mascarillas para andar a la intemperie. “No olvidemos”: hay que evitar respirar el aire cargado de ceniza volcánica. Según el tiempo de exposición, podría ocasionar la muerte. Actuar con prudencia, prevenir y mantenernos informados puede ser la base de la supervivencia.
*Tefra: o escoria que es expulsada en la erupción, cuando se disgrega se convierte en ceniza. Aunque su densidad estando mojada cambia abruptamente, resultando como un fango espeso, que puede hace ceder techumbres bajo su peso. De ahí el peligro que después de una erupción llueva, pues las gruesas capas de ceniza sobre las casas al humedecerse se vuelven extremadamente pesadas, derrumbando los edificios sobre sus ocupantes.