Cogí con ambas manos una pila de camisetas y al voltear hacia una de las cajoneras, tropecé con un pequeño coche de carrera que estaba justo en mi camino.Con tan mala suerte, que al pisarlo, lo hice salir disparado hacia la pared. No pude evitar perder el equilibrio, de tal modo que con mis manos ocupadas con la ropa, me desplomé dando de lleno con mi cabeza en el suelo. Lo último que vi, fueron las camisetas volando por los aires, mientras yo me desparramaba por el piso quedando inconsciente. Ignoro durante cuánto tiempo estuve así.
Para cuando empecé a despertar, con un dolor tremendo en mi cabeza, trataba de razonar por qué estaba allí caída y qué me había sucedido. Conforme me iba dando cuenta de la situación y lo peor, de mi postura, comprendí que lo más grave era mi estado. No podía moverme, hice varios intentos de incorporarme, pero el dolor intenso en cuello y espalda, me hicieron renunciar de inmediato. Me quedé allí, en una posición anti-natural... como una marioneta mal colocada, durante largo rato. Trataba de pensar qué hacer... me sentía indefensa y abrumada. Probé gritar, pero noté con desesperación que me salía una especie de largo resoplido, más no podía articular ni una sola palabra. Mi móvil, estaba como siempre, en el sitio opuesto a donde me encontraba, pero ante tantas adversidades, no creía que fuera capaz siquiera de mandar un sms de socorro. Faltaban aún algunas horas para que mi esposo regresara del trabajo. Y mis hijos cuando llegaran, ante el tremendo susto de verme en el suelo, tratarían de levantarme. La desesperación me llevaba a llorar con gran desconsuelo. Apenas si movía las manos, pero no los brazos, que parecían pesarme toneladas, por lo que ni podía limpiarme las lágrimas.
Me encontraba lamentándome entre llantos y sollozos, cuando comencé a oír un tintineo y una especie de ruido sordo desde el otro lado de la habitación. Quise llamar a los niños, pero apenas me salían susurros incoherentes. Guardé silencio, traté de serenarme. Estaba tan agitada que lo único que oía, era mi corazón latiendo desbocado. Giré mi cuello, nuevamente el dolor y la posibilidad de hacerme más daño, me disuadieron a no continuar.
...tirín-tirín... Rass... Ahora, más cercano. Provenía de la zona opuesta a donde me hallaba, exactamente desde los armarios. Se asemejaba a cuando algo es arrastrado. Desde mi ubicación no podía verlo, pues se interponía una de las camas de los niños. Para colmo, mi cabeza había quedado torcida mirando hacia el lado contrario. Recordé, que como aún no había tendido las camas, podría mirar por el espacio que hay por debajo de ella, aunque para eso debería torcer el cuello lo suficiente... el resto trataría de verlo esforzando mi ojo izquierdo al máximo. Llegué a girar mi cabeza hasta ese punto en que era capaz de tolerar el dolor y miré de re-reojo cuanto me daba la vista. Llegué a percibir una sombra que pasaba con agilidad, sin que pudiese distinguirle, con dirección hacia los pies de la cama; en ese punto, ya no alcanzaba mi campo visual. Ahora el sonido provenía desde donde estaban mis piernas. Los nervios me consumían, balbuceaba tratando de preguntar quién había allí y ni yo me entendía. Lo único seguro... era que ahí, había alguien.