Escritores
Canopius
 
 
Por fin en Diciembre del año 2009 ha conseguido terminar el dichoso manual y no sólo eso sino que además ha convencido a una editorial para que lo publique bajo el pretencioso título de “Las Cartas de la Luna”, aunque en realidad la primera vez ya se publicó en la red, como debía ser. Parece que algunos lectores consiguieron terminarlo aunque puede que, en breve, deban ser internados en un centro de salud mental porque parecen convencidos de haber aprendido a manejar el puñetero programa y eso no puede ser porque el autor, el muy ladino, ha publicado sólo la primera parte.

 

1er  Contacto

Buenas noches viajero:
Ahora lo sé todo. Sí, al fin lo he comprendido todo y estoy cansado, cansado y estupefacto.
Me he pasado la noche dando vueltas de un lado a otro sin poder dormir, esperando a que amaneciera. Mientras tanto, en algún momento que no acierto a precisar, ella ha venido a verme y después, cuando se ha marchado me he quedado aturdido, con la mirada estancada en un lago imaginario del techo de mi habitación. Entonces ha comenzado de nuevo ese zumbido sordo que viene de lejos, de muy lejos, como si tuviera otra cabeza y otros oídos en alguna parte y todavía continúo escuchándolo. No duele, pero mientras lo siento pierdo la noción del tiempo y me cuesta concentrarme en lo que estoy haciendo. Por eso no recuerdo si ya estaba amaneciendo cuando después de apretar mis cosas dentro de la mochila he bajado a la calle. Supongo que habré pasado un buen rato dando vueltas por ahí, sin saber adónde ir hasta que por fin he llegado al puerto y tras comprobar, con cierta inquietud, que el “Ciudad de Erlia” ya había atracado en el muelle del oeste, me he sentado encima del petate junto a la pasarela del barco para desmenuzar cada minuto mientras los oficiales de la Compañía me miraban de reojo y quizás se preguntaban si me decidiría a subir. Sentía como si todavía tuviera la cabeza sumergida en el fondo de mi almohada, el tiempo transcurría muy despacio y en un estado de razonable inconsciencia he asistido ensimismado al transcurso de una eternidad en la que cada instante parecía que iba a quedarse fondeado allí, junto a ese barco, para siempre. De pronto, me he dado cuenta de que el sol ya se estaba levantando algo más de un par de palmos por encima del dique y que por tanto el barco no tardaría en zarpar, así que sin dudarlo me he aproximado a la pasarela y al fin he conseguido embarcar. Una vez a bordo y como si estuviera seguro de lo que debía hacer, me he acercado hasta el mostrador del pasaje, he pedido la llave de este camarote y tras contemplar, desde la cubierta de popa, como el barco soltaba amarras y abandonaba la bahía de Ybsm me he encerrado aquí, de dónde no pienso salir hasta que anochezca, porque sé que entonces el “Ciudad de Erlia” estará atracando en el puerto de Arlen.

 
anterior menu 39 siguiente