ALZHEIMER
De sus ojos, mis desvelos.
De sus manos, mis caricias.
De tus sueños mis anhelos.
Sus ojos mirando a un vacío inerte;
su cuerpo desprendido,
sus manos yacentes.
Ay amor, dicen que miras y no ves.
Hablan de que tus recuerdos
viven ensombrecidos,
de que la sombra del olvido
ha hecho mella en ti.
Mas yo sé quién eres.
Juntos recogimos las mieles,
juntos educamos a nuestros hijos.
Juntos vivimos, soñamos, sentimos
rezamos, lloramos, amamos
todo aquello que se nos dio.
Tú..., soy yo y yo eres tú.
Y que una bata blanca
no separe la distancia
que nunca nos rompió.
Me dicen que no eres tú,
que no estás aquí.
Que duermes en una historia
que te lleva a otro lugar.
Más mienten, son envidiosos.
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Ellos no te saben mirar.
Pues, en tus ojos los míos
aunque perdidos,
caen sobre mí.
Me niegan tu presencia,
me dicen que ya estás ausente.
Más no saben que en mi mente
eres tú y yo, solo dos
que solo viven unidos.
Ellos dirán... ¡No te ha reconocido!
Otra falsedad. Rozo tu cuerpo,
cojo tus manos,
acerco mi boca
y percibo tu aliento.
Eres tú y no miento
pues estás conmigo.
Pues, necios de batas blancas
sobre mármoles fríos...
No veis que mis sentidos
sólo viven en la sombra
con todo su ser.
La vida es indivisible.
Mientras adquiera aire,
que nadie me diga
si respiro,
que tú ya no eres:
lo que soy y por lo que vivo. |