MI TIERRA
Mi tierra es roja, cansina e impermeable.
Barro de pucheros, botijos y otros cachivaches.
En ella se encharca el agua,
cuando cae, muy de tarde en tarde.
Por ella pisaron caballerizas nobles,
zagalas, pastores, mendigos y rufianes
y hasta un loco de lanza y yelmo,
vacía de barbero y de alma grande.
Sus aldeas distan entre ellas para el caminante.
Salpicadas por olivos,
como gotas en el horizonte olvidadas,
ignorantes del tiempo, sombras en la tarde.
Y aquí en el fondo de un agosto sendero
tengo yo el arrojo de sentarme cada tarde
y hablar con él, mi olivo seseante.
Le cuento mis proyectos, mis sueños, mis tormentos.
Mis penas y agravios, mis risas, mis lamentos
Y él con retorcida ceremonia, anhelante por el viento,
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absorbe mis pensamientos.
Tiene hueco mi olivo para todo,
sombra y pertrecho, brazos abiertos
y ramas cerca del suelo.
Carece de envidia de aquel Ciprés que en el cementerio
busca tocar con sus ramas el cielo.
Mi Olivo es parco y terreno, achapado, sobrio y casi eterno
Y entre su tronco agosto y recio
vive un geco pardo, que a veces sale al oír mis lamentos.
Más temo por mí y mi olivo...
Dicen que el sendero se cubrirá de alquitrán.
Que la comunicación es evolución, civilización y progreso.
Que por tanto, habrá de sacrificar arboles viejos
en pos de población de hormigón y cemento. |