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Escritores
Juan C.
 
 

Más Lucía... ¿Qué te ha ocurrido?
¡A ver pues, que lo he pedido y no acaban de traerlo!
Sus manos se reconocen,
ese cuello de sirena,
ese pelo.

La sombra de sus ojos,
antes profusos y eternos
ahora lánguidos,
vidriosos.
Perdidos en el cielo.
Bajo el puente Lucía sueña en su vida.
Bajo el puente una anciana abandonada
por la suerte, por su gente, por su mente
...Se arrastra.


MI TIERRA
Mi tierra es roja, cansina e impermeable.
Barro de pucheros, botijos  y otros cachivaches.
En ella se encharca el agua,
cuando cae, muy de tarde en tarde.
Por ella pisaron caballerizas nobles,
zagalas, pastores, mendigos y rufianes
y hasta un loco de lanza y yelmo,
vacía de barbero y de alma grande.
Sus aldeas distan entre ellas para el caminante.
Salpicadas por olivos,
como gotas en el horizonte olvidadas,
ignorantes del tiempo, sombras en la tarde.
Y aquí en el fondo de un agosto sendero
tengo yo el arrojo de sentarme cada tarde
y hablar con él, mi olivo seseante.
Le cuento mis proyectos, mis sueños, mis tormentos.

Mis penas y agravios, mis risas, mis lamentos
Y él con retorcida ceremonia, anhelante por el viento,

absorbe mis pensamientos.
Tiene hueco mi olivo para todo,
sombra y pertrecho, brazos abiertos
y ramas cerca del suelo.
Carece de envidia de aquel Ciprés que en el cementerio
busca tocar con sus ramas el cielo.
Mi Olivo es parco y terreno, achapado, sobrio y casi eterno
Y entre su tronco agosto y recio
vive un geco pardo, que a veces sale al oír mis lamentos.
Más temo por mí y mi olivo...
Dicen que el sendero se cubrirá de alquitrán.
Que la comunicación es evolución, civilización y progreso.
Que por tanto, habrá de sacrificar arboles viejos
en pos de población de hormigón y cemento.

 
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