Antes de comenzar a dar forma a sus bocetos o ideas, se aboca al preparado de la masa. A la arcilla con chamote, le agrega arcilla de Naico, materia orgánica y arcilla de La Pampa. Es como una gran Cheff elaborando un plato especial típico, autóctono.Mediante un minucioso amasado, logrará quitarle cualquier burbuja de aire que pueda tener la masa, para que no malogre la pieza al exponerla al fuego.
Como toda obra bien hecha, se toma su tiempo, deja reposar la masa y realiza por etapas la pieza en cuestión.
Además de sus manos, se ayudará con estecas, que las hay de todo tipo, para las distintas facetas del modelado. Luego de depurar los detalles, la dejará secar para luego llevarla a hornear. Carina cuenta con un horno muy nativo: de ladrillos de adobe, calentado a leña, que una colega y amiga comparte con ella.
Este horno, aún sin las facilidades de uno eléctrico, en el que puedes moderar la temperatura y controlar el tiempo, no le complica en lo más mínimo, pues cumple ampliamente con los requerimientos del oficio. Sabe que la dúctil masa pasará un buen rato forjando su dureza entre los 900º y 1000º C.
Que su obra se cueza directamente entre las llamas, le brindará una identidad propia a cada pieza, según el capricho del fuego, otorgándole ese acabado ancestral. Para Carina, cada obra es única y armoniza con el “Leit motive” que impulsó a su creación. Aunque conoce los secretos del esmaltado y trabajo de pigmentado, se acoge a su preferencia de la coloración natural, con los toques mágicos que ha plasmado el fuego. Luego de enfriado y darle unos retoques finales, está lista para ser descubierta por el observador, por quienes quieren encontrar la esencia de su creadora. Ella misma nos contará con sus palabras lo que cada escultura dice sobre sí. Por favor, tómense un momento para ver y experimentar las sensaciones que fluyen de la obra de Carina Carrasco.