Algo que contar
por Silvia Cuffini (Peperina)
Entrevista: Pablo Sigismondi, viajero del mundo
 
 

Sobre todo cuando uno entiende que la evolución, esa maravilla de la naturaleza que dio origen a la vida y a la diversidad de especies, no se ha detenido jamás ni se detendrá. Hay un dicho en árabe que expresa: “La cabeza es redonda para que las ideas puedan cambiar de dirección”.
Personalmente, mis cambios se aprecian en la fotografía. Cuando visité Japón, uno de mis primeros viajes, quería fotografiar los grandes adelantos tecnológicos, sorprendentes en ese momento para mí, pero siempre y cuando estuvieran libres de personas, de gente. Me levantaba muy temprano para visitar los templos de Nara, por ejemplo, con el objeto de que no interfirieran las personas. Después logré entender que sin gente, un lugar no tiene significado… ¡Al lugar lo hacemos las personas!

6-El año pasado estuviste viajando casi seis meses por China, India, Pakistán, Mongolia. Pudiste entrar a la hermética Corea del Norte, siendo uno de los pocos argentinos que lo han logrado.  Todos los países tienen sus historias y sus encantos pero sé que la India tiene un lugar especial en tu corazón. Cuéntanos, a modo de perla de muestra de este último viaje,  algunas de tus experiencias en ese país.

La India, desde mi punto de vista, es el país más extraordinario  que existe y que he visitado. Por su riqueza espiritual, por su diversidad, porque nadie es el mismo después de visitarla.  Los hindúes son fantásticos pues se adaptan rápidamente a situaciones que, para nosotros, serían problemáticas encontrando soluciones alegres y simples. El año pasado fue la cuarta vez que visité la India y, en cada viaje, sigo descubriéndola.

pablo
Mujeres hindúes en la ciudad de Varanasi, India.

Justamente busqué visitar la ciudad santa de Varanasi el día en que se produjo el eclipse solar más largo del siglo XXI que duró 6 minutos. Ese día, 22 de julio,  yo cumplía 50 años y fui a celebrarlo allí. Fue de una emoción muy grande, además de bañarme en el Ganges, río más sagrado del mundo.
En aquellos días y gracias a un amigo griego que conocí allí, pude asistir a toda la ceremonia relacionada al ritual de la cremación de los difuntos, algo que en visitas anteriores miraba de lejos, huyendo despavorido.

 
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