A su vez, esto me permite lograr ese traslado psíquico al lugar en donde estás, algo que no se produce automáticamente con tan solo hacer el cambio de coordenadas geográficas. Es decir, el traslado psico-espiritual no se produce necesariamente cuando lo hiciste físicamente. Que te traslades en las coordenadas de latitud, longitud y altitud de un lugar a otro no significa que te hayas impregnado de todo lo que allí existe. A eso llamo estar con el cuerpo y con la psiquis en un lugar. Creo que, si viajara con otra persona, ese proceso me sería más difícil de lograr ya que estaríamos remitiéndonos, queramos o no, al vínculo común, a tu propia cultura. Porque es más natural hablar en el idioma que te es familiar y comentar lo cotidiano y lo dejado en el lugar de donde venimos. Y en consecuencia a veces, en vez de estar disfrutando, empapándote, aprendiendo del lugar donde estás, te la pasas añorando tu lugar. En nuestro caso el dulce de leche, el asado… En cambio, estando solo no me queda más remedio que integrarme en donde estoy. Trasladarme no sólo espacialmente sino, como decía antes, lograr un estado de espíritu con el cual lograr la empatía con quienes estoy compartiendo esa tierra distinta.
De esta forma, aprendo muchísimas cosas nuevas y conozco con más profundidad las costumbres y las culturas que visito. Además de hacer amigos y vínculos que son para la eternidad. Por ejemplo en este último viaje a la India conocí un chico de los Adivasi que durante cuatro días me contó y me hizo conocer todo sobre su pueblo. Creo que fue posible porque estaba solo, no sé si hubiera sido posible de haber estado acompañado. Reconozco que hay muchas formas de viajar. Ésta es mi forma, es mi método de trabajo, con el cual también me acerco más a la tarea del etnólogo.
10- Un viaje muy significativo fue el que realizaste a Afganistán en el 2001 después del 11S. ¿Cómo fue el proceso de ese viaje tan singular, cuánto tiempo y qué viviste cuando estuviste recorriendo esas tierras durante la guerra?
Había visitado Afganistán en el año 94/95 y estaba en Córdoba en ese día, 11 de setiembre del 2001.
A medida que fui escuchando noticias y leyendo lo que estaba sucediendo y lo que se vendría como consecuencia de la venganza que Bush necesitaba iniciar, inmediatamente decidí viajar nuevamente hacia esas tierras. Llegué en Noviembre del 2001 a Afganistán, un mes después de la invasión norteamericana y estuve hasta Febrero del 2002.
Viajé por gran parte del país, tomé contacto con los Señores de la Guerra, con los muhaidines y con los talibán.
Ingresé la primera vez a través de la frontera que limita con Pakistán hasta el corazón del poder talibán, la capital de Afganistán en esa época, la ciudad de Kandahar.
Creo que no se puede analizar con certeza lo que es Afganistán si no se entiende que los talibán han sido y son el resultado del analfabetismo y el caos social de un país que constantemente ha sido la codicia de los conquistadores. Y que se encuentra, desde hace más de 30 años, en guerra.