Ahora sí podrías estar en lo cierto. Es un manual de instrucciones, como esos de los electrodomésticos, y puesto que no se trata de nada especial, lo voy a dejar aquí cuando lo termine siguiendo esa costumbre que ahora está de moda −no recuerdo como lo llaman−: después de intentar leer un libro, el lector, desconcertado o más bien un poco harto porque ha perdido unas cuantas horas desmenuzándolo sin entender nada, lo suelta en cualquier parte para que deje de importunarle y vaya a molestar al infeliz que lo encuentre.
Algo así como ¡liberación de libros! –eso era−, aunque debería denominarse liberación de lectores, pues más o menos de eso se trata. Por tanto, en este caso lo podríamos titular “Liberación de Instrucciones”, sólo que el artefacto al que se refieren no necesita pilas y es muy fácil de manejar. Incluso me atrevería a decirte que si encuentras algo que te parezca incomprensible, te lo saltes y verás cómo no sólo se simplifica sino que además funciona igual.
De todos modos, te estoy contando todo esto como si tuviera importancia, sin reconocer que lo que de verdad me preocupa es que, a pesar de mis previsiones, tú no llegues a abrir ese cajón en toda la noche o, lo que sería lo mismo, que lo abras y después de leer la primera frase, sin preguntarte nada, vayas y decidas que no estás tú para esas tonterías de la luna y mucho menos para dejar que nadie te taladre la cabeza.
¿Qué sucederá entonces? Pues sólo intuyo, de una manera muy vaga, lo que podría ocurrir y no sé exactamente cómo explicártelo. Lo que sí te voy a decir, por si al final te decides a satisfacer tu curiosidad, es que necesito salir de Ym de una vez para siempre y por eso voy a convencerme de que cuando entres en tu camarote vas a encontrar este manuscrito, lo empezarás a leer casi sin darte cuenta e inopinadamente y empujado, sin duda, por una curiosidad inconsciente, vas a continuar leyéndolo hasta que lo termines.
Son las instrucciones de un juego que consiste esencialmente en atravesar al amanecer el umbral de un laberinto, para después perder unas cuantas tardes buscando la salida. Por supuesto, como cualquier otro juego, éste tiene también sus reglas, aunque tú seas muy libre de continuar leyendo sin someterte a limitación alguna.
Pero no te confundas, reflexiona un instante, aunque sólo sea por sensatez. Espero que no creas que por el hecho de recordar cómo se entra, sé también dónde se encuentran todas las salidas.
Sólo conozco un camino y es precisamente el que yo he recorrido, si tú no haces caso de mis indicaciones y no has terminado de leer este manuscrito antes de que amanezca, o si cuando el barco llegue a la bahía de Ym, al subir a cubierta, en lugar de contemplar en el reflejo del agua la silueta de la Ciudad Alta, miras hacia cualquier otro sitio, quizás logres entrar en el laberinto por un acceso que desconozco pero entonces no podré ayudarte a salir.