Escritores
Sandra Nalda
 
 

CHAMPAGNE

Te conseguí en una copa de olvido,
recordándome que estás ahí, punzante,
y se me escapa tu nombre al descuido,
para ironizar mi deseo  insinuante.

Dueles, solo me río saboreándote;
pasas  mi boca, la garganta surcas,
me estacionas en la agries, pensándote.
¿Si me amas tanto, porque no me buscas?

Dueles, pero ahora disfrazo tu ausencia.
Me envuelvo de burbujas y te siento,
te desvisto en fragua de la paciencia.
Pretendo hoy  perder el conocimiento.

Y en el elixir pregunto y respondo,
ya undívaga y con el sueño quebrado.
De la botella solo queda el fondo,
pero tú, no te apartas de mi lado.

 

CONVERSACION CON DOÑA MUERTE…
Me burlo de ti, me escondo y te reto.
A veces confieso: casi me alcanzas.
Me tientas y con fuerza me sujeto,
para detenerme, cuando tu avanzas.

 Sigilosa  sé que me observas y río,
porque no accederé a tu codicia,
no me concederé a tu albedrío,
no  fijaré  rozarme en tu caricia.

¡Vete! Que aunque estar viva ahora me duele,
seguro llegaran tiempos mejores.
Habrá un rayo de sol que me consuele
y motivos para vencer temores.

 

No te hagas notar como imprescindible.
No te quiero, aunque me vas consumiendo,
tu asechanza, es por demás inflexible.
 Todo pasa y mientras…, te estoy eludiendo.

¡Ah! ¡Qué tan fácil te fuera vencerme!
Surges en mí, gris como alternativa.
Juegas hiriente, hasta en tus brazos verme
fingiendo piedad. Eres posesiva.

No  Doña muerte, no voy a estar yacente.
No voy a refugiarme  en tu compañía.
Vivir te digo, que eso  es ser valiente.
Y hundirse es  simplemente cobardía.

DICEN…
Dicen que el tiempo borra las heridas.
¿Qué hago entonces, con estas cicatrices?
¿Cómo rescatar las horas perdidas?
¿Cómo  anclarme en  los instantes felices?

Dicen que el amor, es bueno y paciente,
que todo lo aguanta y por demás cura.
Amor que destroza, eres indolente;
de  carcasa amable, es tu vestidura.

Dicen que la lluvia, cae y  purifica.
¿Por qué mis lágrimas están amargas?
¿Por qué  algún recuerdo me intoxica?
Y con tu ausencia, mi agonía alargas.

Dicen y me he limitado a no escuchar,
a  no ver siquiera, casi ni sentir.
Sin ímpetu, pero en pie  para  luchar.
Sin ánimos para aún, no sucumbir.

Por eso prefiero guarda callada
hasta, que las penas se me deslicen.
Y  en la vida más  estar sustentada
 sin razón, por ahí dicen…

 
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