Yo soy Guadalupe,
Confundida, tensa, desafiada.
Siempre curiosa y curiosamente atrapada
entre dos mundos: ayer y mañana.
Hoy escribo. Intemporal.
Éste es mi sino.
Yo soy Guadalupe.
Yo vine del sur, sur, sur.
De la tierra de las guitarras y del maíz,
aromáticas hojas de pino y amistad.
La Rosa de los Vientos poéticamente
me trajo a la sociedad anglosajona
y debo aprender a vivir entre dos mundos.
Yo soy Guadalupe.
Yo soy joven y fuerte. Busco comida.
Mi gente son cazadores-recolectores.
Los tiempos son difíciles. Luchamos para sobrevivir.
Vagamos. Cruzamos el Estrecho de Bering.
Vagamos hacia el sur. Nos establecemos.
Plantamos maíz, chile,
calabaza y frijol.
Nos volvemos sedentarios.
(1345) Yo soy Guadalupe.
Mi familia y yo vagamos hacia el sur,
hasta encontrar un águila posada sobre un nopal.
Come una serpiente en un lago poco profundo
que casi cubre todo el valle.
Cantamos y bailamos,
construimos pirámides magníficas
y maravillosos jardines flotantes.
|
|
Trabajamos duramente y tratamos de mantener
a nuestros dioses y diosas contentos.
Disfrutamos la vida.
(1521) Yo soy Guadalupe-Malintzin.
La hija de un jefe azteca.
Soy vendida como esclava.
Después, soy dada a Cortés, como un regalo.
Soy despojada de mi nombre otra vez.
Soy bautizada. Soy una mercancía.
Soy Doña Marina. Hablo náhuatl y maya.
Aprendo el extraño idioma español.
Soy “la Lengua”, la intérprete de Cortés.
Veo a mi gente morir de extrañas enfermedades
traídas por los conquistadores.
Ellos son ambiciosos,
portadores de enfermedad,
hambre, caos y destrucción.
Yo soy la pecadora del amor,
atada por amor a la traición.
Tristemente yo vigilo a nuestros nobles,
en sus largas túnicas y capas de algodón,
cubiertas con las plumitas iridiscentes
azul-verde de los pechos de los colibríes.
Enjoyados en sus brazaletes,
tobilleras y collares de oro.
Ellos son majestuosos, sin embargo,
tiemblan.
No levantan su mano contra Cortés.
Yo sé que él no es Quetzalcoatl.
|
